EN EL ECUADOR DE MI SVE
Ya llevamos en Nepal dos meses y medio. Los días pasan rápido, aunque hay días de todos los colores. Es difícil desacostumbrarse a todas las comodidades que tenemos en nuestros países. Hay días que estoy de mal humor y sé que mi ánimo se arreglaría sólo comiendo algo rico, dándome una ducha caliente, pasando un rato con mis amigos y descansando en una cama cómoda. Aquí siento que eso no es posible muchas veces y me hace valorar lo sencilla que podría ser mi vida en mi ciudad y lo que me la he complicado muchas veces.
Seguimos dando clases de inglés por las mañanas a un grupito de niñas y niños y de ordenador al medio dia a un grupo mucho más pequeño de chicas. La participación ha descendido considerablemente después del Tihar en este segundo grupo sobre todo pero al haber sólo dos ordenadores que funcionan adecuadamente en la oficina, 4 chicas es un número adecuado para poder dar clase. Para muchas de ellas es la primera vez que tocan un ordenador y sus reacciones ante todo lo que pueden hacer con él son muy conmovedoras para mí. En este mes también hemos empezado a hacer entrevistas a las mujeres de nuestra zona y las estoy disfrutando mucho. Me gusta visitar las casas, conocer su opinión sobre qué problemas tienen las mujeres, escuchar que les gusta donde viven y que, entre las cosas que les gustaría cambiar de su vida, están las de asistir a clases de nepalí para aprender a leer y escribir adecuadamente, montar una granja de gallinas o tener una tienda. Por otro lado, es duro saber que la gran mayoría no tiene ningún tipo de independencia económica y que incluso para poder salir de casa les tienen que pedir permiso a sus maridos. La vida de éstos es distinta: muchos de los hombres trabajan fuera; en Katmandu o en países como Malasya y Qatar. Otros son albañiles de la zona, otros conductores y otros trabajan junto a sus esposas en sus tierras (sinceramente de éstos hay menos). El alcoholismo entre los hombres también es bastante llamativo.
La vida es difícil aquí. Sin embargo, la mayoría de las mujeres dicen estar contentas con el lugar donde viven aunque otras añaden "¿y a dónde podría ir sino?". También parece que se sienten parte de la comunidad, algo muy positivo a mi parecer.
